Los que llegan, y consiguen algún empleo, lo hacen mediante el sistema kafala, considerado por Human Rights Watch y otras organizaciones -también se registran a menudo, sobre todo en El Líbano, porque se utiliza en varias naciones- una forma de relación laboral próxima a formas discutibles: un padrino, un aval qatarí, o una empresa grande o chica, ejerce una clase de padrinazgo para permanecer allí, con la promesa de lugar para vivir, un salario, un horario, sin que en la realidad se cumpla siempre lo asegurado.